Tradicionalmente, el término fumigación, se ha empleado durante muchos años como un genérico en referencia a los tratamientos fitosanitarios. Es decir, que la gente comúnmente confundía la fumigación con el control de plagas o la desinsectación. En Grupo GAM, entendemos la fumigación a una desinsectación mediante la aplicación de biocidas que generan gases considerándose como muy tóxicos.

A continuación, queremos que entiendas cómo es el proceso de fumigación y por qué es tan peligroso si no lo realizan profesionales titulados.

 

¿Cómo funciona la fumigación?

Al aplicar estos biocidas con fumigación generando gases, el biocida penetra por las vías respiratorias generando la muerte instantánea. Los gases empleados generalmente son fosfuro de aluminio y magnesio. Estos fumigantes se difunden y penetran en ranuras, grietas y mercancías eliminando las plagas en todas las fases de su ciclo de vida. Debido a su poder de penetración, pueden ser utilizados en lugares donde cebos, nebulizaciones o aerosoles no son eficaces.

Al tratarse de productos tan tóxicos, los técnicos aplicadores que realicen este tipo de tratamientos han de disponer del carné de aplicador de productos plaguicidas con nivel especial de muy tóxicos.

La fumigación se emplea principalmente en:

  1. La industria alimentaria (harinas, frutos secos, legumbres, café, cacao y tabaco).
  2.  Tratamientos ambientales para prevenir y controlar infestaciones en recintos cerrados (contenedores, naves industriales, silos, maquinaria).
  3.  Tratamientos de la madera contra xilófagos (muebles y vigas) y para control de topos en praderas y jardines.

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